martes, 6 de agosto de 2019

La alegría de Colombia, plasmada en la moda que lleva Cortázar a París


Esteban Cortázar tuvo que escuchar dos veces la palabra ‘no’ de boca de Sarah Andelman, la influyente propietaria de Colette, quizás la tienda (concept store) más importante del mundo, sinónimo de lujo y tendencias, un templo que dicta lo que se pondrá de moda y al que solo accede un puñado de elegidos. En varias ocasiones, Sarah acudió a los desfiles de Cortázar en París, pero no hubo feeling. 

“En un momento me dije a mí mismo que nunca iba a entrar a Colette y que no importaba”, recuerda ahora el diseñador. Hasta que un día Andelman volvió a ver su propuesta y a la mañana siguiente compró la colección completa.
Ocurrió hace dos años, en pleno proceso de reinvención de Cortázar, ese niño genio colombiano que a los 23 era el director creativo de la prestigiosa casa Ungaro, el mismo cuyas piezas han vestido celebridades como Beyonce, Rihanna, Eva Longoria o, recientemente, la inefable Katy Perry. Incluso la primera dama, María Clemencia Rodríguez de Santos, lució una creación suya (una versión adaptada del vestido que llevó Perry) en la entrega del premio Nobel de la Paz al presidente Juan Manuel Santos. 

“No te sentí listo cuando vine por primera vez. Ahora que he visto esta colección, siento que lo estás”, recuerda Cortázar que le dijo Sarah Andelman. La anécdota viene a cuento porque la entrada de sus colecciones a la tienda fue, sin saberlo, el punto de partida de lo que el diseñador considera su proyecto más grande: celebrar a Colombia en París; convertir a Colette, durante dos semanas –del 10 al 22 de julio–, en una gran embajada colombiana con una oferta, curada por él, que incluye moda, artesanías, diseño, música, libros y gastronomía. La marca colombiana con toda su potencia dispuesta a deslumbrar a propios y extraños en el marco del año Colombia-Francia 2017 (una iniciativa diplomática de Francia, que invita cada año a un país para impulsar el intercambio cultural). 

“Desde hace tiempo había querido hacer algo con Colombia en París, pero nunca había encontrado el contexto perfecto. Cuando se anunció que sería el año Colombia-Francia pensé que era ideal. Es un proyecto que soñé y que he estado trabajando con Cloclo Echavarría desde hace un año. En un primer momento llegué a dudar de que a Sarah (Andelman) le gustara la idea porque quizá no le interesaba Colombia o los temas burocráticos, pero le encantó, le pareció genial porque se trataba de mostrar una cultura distinta dentro de Colette”, cuenta Cortázar al otro lado del teléfono. Está en Cartagena, desde donde concreta los detalles de lo que será el desembarco colombiano.

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